Estamos en momentos de posicionamiento estratégico de nuestros partidos políticos después del resultado de 23J, mirando a ver quien consigue gobernar el País los próximos cuatro años.
El melón está abierto. En principio parece que Sánchez tiene mas claro el camino, pero la pelota está en el aire. Tanto PSOE, como PP saben de que va el juego. Todos los pactos son posibles, basta que se comprometan a las demandas de los pactántes. Y en ese caso, ganará quien tenga las tragaderas mas grandes o, el que sea mas inteligente y astuto.
Feijó, parece que parte en segundo lugar, a pesar de haber ganado las elecciones. Sin embargo tiene a su favor alguna carta por jugar. Su credibilidad puede soportar un envite en las negociaciones, hasta con los mas reticentes a entenderse con el PP.
Por el contrario, Sánchez tiene dilapidada su credibilidad, por sus muchas mentiras e incumplimientos, en la última legislatura. Por eso, a pesar de ser mas incisivo en la negociación, tiene el handicap de que sus propuestas generan dudas y, por tanto, las exigencias de sus interlocutores serán mas duras y mas comprometidas. La duda es si será capaz de continuar engañando a los españoles, especialmente a Vascos y Catalanes, a pesar de sus indecentes concesiones.
En ese escenario, el más estricto, se quedará en la oposición, pero el mas tolerante debería acabar en la cárcel, si el sapo que se trague no cabe en la CE.
Depende quién gane la batalla así quedará España. Si gana Sánchez y consigue ser Presidente del Gobierno, España continuará en una senda de desmembración, de gasto incontrolado encaminado a mantener apoyos parlamentarios y, con la economía del País endeudada hasta las cejas. La izquierda seguirá presumiendo de que España encabeza el ranking de reconocimiento de derechos, como el reconocimiento de los derechos de las ratas, aunque el paro juvenil sea el mas alarmante de Europa, sin importarles la ruina de la agricultura y el comercio. Así será el futuro con Sánchez.
Si, por el contrario, el que gana es Feijóo, habrá algunas mejoras relacionadas con los desmanes acaecidos hasta la fecha, pero la calle se llenará de manifestaciones y peleas, que harán insufrible la convivencia. La izquierda hablará, constantemente, de perdida de derechos y hará todo lo imposible porque los problemas de gobernabilidad derivados de su mala gestión, parezcan generados por el PP. Ese cuento ya le hemos vivido.
Mi esperanza es que, algún día, los españoles volverán a sentirse españoles, o sea, que volverán a identificarse con su nación, con su bandera, con su ejercito, con su territorio; con los principios elementales de la sociedad; en definitiva con con los valores que garantizan el futuro.
Solo entonces seremos conscientes del daño que se está haciendo a la sociedad con las mentiras guerra civilistas de la memoria histórica. Por mucho que algunos se empeñen en reescribir la historia, llegan tarde.
Volviendo al tema de los pactos. Parece claro que el que quiera un apoyo tiene que pasar por caja. Pero no es una caja cualquiera: es la caja de las autonomías independentistas. Es la caja de la desigualdad interterritorial.
Mientras El País Vasco y Cataluña tengan mas peso que Extremadura, por poner un ejemplo, en su representación geográfica, los pactos serán de mercadeo. Mientras partidos que no tienen representación a nivel nacional puedan partir el bacalao de lo que ocurre en el resto del territorio, estamos perdidos.
Todo ello dicho sea de paso, gracias al salvador de nuestra patria: Rodriguez Zapatero, que según él acabó con ETA y aceptó cualquier estatuto que viniera de Cataluña.
Por tanto lo que nos espera , vista la decencia del PSOE y sus gobernantes, son unos pactos infumables. Para ello tenemos a Sánchez y a Pumpído, y en el banquillo de suplentes a Rodriguez Zapatero. ¿Quien da más?