Pienso que esta carrera tiene mas de circo que de ciclismo. Ver a lo más nutrido del circuito internacional saltar como cabras por un pavés, rodeados de una muchedumbre humana con banderas y cartelones vociferando al paso de los ciclistas como si fueran gladiadores, no es el mejor espectáculo de ciclismo.
Dentro de las modalidades del ciclismo existe suficiente variedad, sin que haga falta diseñar una carrera como la París Roubaix, para dar cabida a todas las propuestas.
Esta clásica intenta ser especial y lo que es, es una barbaridad. Por los riesgos que supone meter a los ciclistas, a más de 5o km/h. por unos caminos infames, con barro, con menos de un metro de anchura, que provocan innumerables caídas, roturas de bicicletas, pinchazos y someten, a los gladiadores, a un sinfín de peligrosas peripecias.
Por si fuera poco el infame recorrido, con la gente agolpada a menos de un metro del paso de los ciclistas, los corredores padecen continuas amenazas de atropello por parte de las motos de la televisión y los fotógrafos, con lo que la denominación de carrera del infierno le viene que ni pintada.
La Paris Roubaix debería de suspenderse. Si, tal y como lo digo. Si quieren mantener esta clásica por su historia, que modifiquen todos los elementos que la hacen especialmente peligrosa. Basta ver las manos de van der Poel al final de la carrera, para evitar más comentarios.
Si quieren mantener los tramos de pavés, que delimiten una anchura mínima de seguridad para los ciclistas. Hay muchos tramos en los que no caben dos ciclista a la vez. Por eso arriesgan, a velocidades superiores a los 50 km por hora, en las curva, para tomar posición, con un evidente riesgo de caídas y enganchones. No entiendo una clásica de más de 250 km en la que los ciclistas tienen que circular por cunetas de barro, y en casos, por los sembrados, rodeados de público agitando banderas y todo tipo de carteles.
No se trata de que en Francia no sepan organizar carreras, que va, se trata de mantener una prueba que no evoluciona a lo largo de su historia y que solo por su antigüedad se mantiene en el calendario.
En cualquier prueba en línea a su paso por los altos de montaña, el recorrido está señalizado con vallas para evitar aglomeraciones y que los ciclistas puedan disputar el paso por la cima, sin riesgos. Aquí, en la Paris-Roubaix, no hay ninguna protección a los ciclistas por todo el recorrido. Solo, y eso sí, hay que reconocerlo, el final en el velódromo de Roubaix es una auténtica llegada.
Por otra parte, un recorrido que necesita más de 5 horas para completarlo no interesa a nadie. No da espectáculo, aburre a los seguidores y cansa a los ciclistas.
Una carrera que, en más de sus dos terceras partes de su recorrido, no pasa nada, pierde interés. Tan solo un grupo de diez o doce ciclistas son los que al final disputan la carrera, el resto, o abandonan, o se lo toman de paseo.
Si la París Roubaix, se llamara la Madrid Burgos, o la Valencia Cuenca, habría dejado de celebrarse desde hace muchísimo tiempo, pero como es en Francia, a muchos nostálgicos del ciclismo les parece fantástica.
Nada que reprochar al triunfo de Mathieu van der Poel, que ha demostrado ser un auténtico campeón, junto a Wout van Aert, el dúo de especialistas y campeones del ciclocross actual.