Repasando, con sosiego, la situación actual, con el nefasto Pedro Sánchez al frente del Gobierno y, comparándola, con la que existía en los albores de 1936, llego a la conclusión de que estamos en una situación similar a la de hace 86 años 11 meses y 15 días. Me refiero a la situación gubernamental previa al 18 de julio de 1936.
Con la victoria del Frente Popular, el presidente de la República Manuel Azaña, sufrió un ataque legislativo parecido al que demuestra Pedro Sánchez en estos días.
Con la misma fiebre legislativa que Azaña demostró en su momento, Pedro Sánchez, se empeña en sacar adelante leyes de compromiso con sus socios como si se le acabara el mundo.
Manuel Azaña que fue un hombre de Estado, tenía muy claro cuál debería ser el nuevo Estado Republicano. Promulgó una serie de leyes en diferentes ámbitos, desde el económico, agrario, político, social, jurídico, territorial y militar, etc., por citar algunos de los ejemplos, tratando de imponer su idea unitaria de Estado, aunque cometió el error de despreciar otras visiones y alternativas, sobre los hechos.
El plan de Manuel Azaña generó bastante polémica y pronto granjeó, dentro de la República, el rechazo de los mas extremista de la izquierda, la CNT/FAI.
Algo parecido, salvando las distancias, le está ocurriendo a Pedro Sánchez. En este caso, se trata de significados personajes del PSOE, que viendo la deriva que está tomando el Presidente del Gobierno, en relación a los últimos acontecimientos legislativos, dudan de que se esté yendo por el camino adecuado.
El contenido de la leyes que pretende sacar adelante, Sánchez, junto con el procedimiento utilizado, tratando de burlar los trámites del artículo 86 de la CE de 1978, ha provocado la reacción de socialistas, como Alfonso Guerra, Leguina, Corcuera y alguno más, advirtiendo de lo arriesgado que supone para España, una actitud como la de del Presidente del Gobierno.
Reconozco que echo de menos a Felipe González, pero ya conocemos los malabarismos del expresidente, González, para mantenerse cerca del poder y del dinero. Lo mismo que el Presidente de la Comunidad de de Castilla- La Mancha, Sánchez-Page, que se deja manipular como un muñeco de guiñol.
La deriva cogida por Pedro Sánchez no acabará por derroteros parecidos a los del año 36, pero apuesta por momentos de parecida conflictividad.
Cuando el Frente Popular en diciembre de 1933, salió del Gobierno, el Gobierno de la CEDA entrante, optó por no derogar las leyes de Azaña, aunque trató de ralentizar su aplicación con la idea de amortiguar sus efectos y esperar para reelaborar la Constitución de 1931.
Algo parecido ocurrirá si en las próximas elecciones, el Gobierno de España, cae en las manos de los conservadores. Se verán en la tesitura de actuar como en 1934, pero en este caso, con una diferencia enorme. Las leyes de Azaña trataban de conseguir un nuevo Estado, aunque adolecieron de una visión demasiado unitaria. Pero las de Sánchez, lo que persiguen, es la destrucción del Estado, imponiendo una organización territorial, opuesta a la que contempla la CE de 1978, y la implantación de una serie de derecho que no obedecen a los principios constitucionales.
Además, las leyes de Azaña gozaron de toda la legitimidad del ordenamiento jurídico. En cambio, las de Sánchez, pretenden afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado, y al régimen de las CCAA., ignorando el debate y votación de totalidad del Congreso de los Diputados.
Los acontecimientos de 1936 ya sabemos todos como terminaron. Ahora nos queda ver cómo los poderes de Estado reaccionan ante un Presidente cuya actuación raya con la traición a su propia Constitución.