No sé si es el socialismo, son los socialistas, son los izquierdistas, o es Pedro Sánchez, los que juegan con los conceptos según sus intereses. Reconozco que esto no es exclusivo de los progresistas. También en el otro bando cada uno arrima el ascua a su sardina.
En el caso de los socialistas me parece más notorio. Un partido que en su bandera lleva más de 100 años de honradez, se permite el lujo de modificar los conceptos para confundir la realidad. Me explico.
Con el PSOE en el Gobierno y con sus socios, apoyando o dirigiendo, sus decisiones, se están cambiando los procedimientos estadísticos que han venido midiendo algunos de los aspectos críticos de nuestra sociedad, por ejemplo, el mundo laboral y la economía.
Ahora resulta que que un trabajador puede estar, además, de en situación de trabajando, o en el paro, en situación de «inactivo», o sea, que no está ni trabajando, ni tampoco parado. Según el INEM se trata de trabajadores que están fuera del mercado laboral.
No se si esto tiene mucho que ver con la definición de fijo discontinuo que se ha inventado la ministra Diaz. En su reforma, La señora ministra, hizo desaparecer a los contratos temporales, imponiendo su sustitución por contratos fijos, con la obligación, a las empresas, de utilizar este nuevo tipo de contrato a partir de ese momento. Pero como las condiciones económicas del mercado empresarial no han cambiado, las empresas no pueden mantener esta contratación más allá de sus necesidades, y los contratados, transcurridos unos meses, vuelven al paro, y aquí está la idea mágica, ahora ya no se contabilizan como parados si no como fijos discontinuos.
No me digan que esto no es ingenioso. Es una misma realidad, contada desde el interés izquierdista. Lo curioso es que los que están sin trabajo y cobrando, no todos, el paro, son los mismos que antes se les consideraba parados. O sea, que desde el punto de vista social, no ha mejorado nada, pero desde el punto de vista político se ha reducido el paro en no sé cuántos miles de trabajadores.
Si no fuera porque esta manera de medir el empleo afecta a más de de 1.200.000 personas, podríamos aceptar cualquier encasillamiento, pero la realidad es que, se llamen como se llamen, esas personas, que se contabilizan como inactivos, forman parte de la lacra nacional que es el paro y del que, por mucho que las estadísticas socialistas, tratan de camuflar la situación, el problema sigue estando ahí.
Esta redistribuciones del mercado laboral, no se hace para una mejor gestión del problema. Se hace para tratar de engañar al personal y decirle lo bien que están gestionando el mercado laboral. Su castigo es que hay muchos españoles que ya no se tragan todo lo que se les echa.
Como el papel aguanta todo, una vez salgan de la gobernanza del País los izquierdistas, los inactivos o los parados de larga duración, volverán a considerarse lo que son, parados, y el enjuague les quedará para los que vengán detrás.
Esto no es una situación aislada. Una maniobra parecida ocurre con las estadísticas empresariales. El Gobierno socialista, ante el crecimiento de las empresas españolas en situación de crisis, optó por conceder una moratoria, modificando algunas de las condiciones por las que se debía declarar el concurso de acreedores, aprovechando la excusa del COVID, para frenar las llegada de muchas empresas a la situación de liquidación y cierre. Trató, con un argumento más o menos sostenible, frenar la gran afluencia de empresas a la situación concursal. Como no podía ser de otra manera, pasada la pandemia, el problema se ha manifestado con toda la crueldad que reflejan las peticiones concursales.
Solo en once meses han aumentado los concursos un 22,5% en relación con todo el año anterior, alcanzando la cifra de 6.704 el número de empresas en concurso, en toda España.Y en el mes de noviembre se ha batido el récord con más de 800 concursos.
Las disoluciones de empresas que se han producido entre enero y noviembre ascienden a 27.223, lo que supone un aumento del 11% respecto a 2021. Sólo en noviembre se han registrado 2.834 liquidaciones, un 37% más que el mes anterior.
Estos números, juntos con los de la encuesta de población activa EPA, desautorizan la gestión económica del Gobierno. Por eso la ministra de Economía, para salvar su desastrosa gestión, al frente del Ministerio de Economía, ha decidido prorrogar la moratoria del COVID, para que las empresas no pasen a situación concursal, que no es lo que la preocupa. Su temor es que se puedan desbordar las estadísticas que demuestran la sangría del sector económico.
En ambos casos, en lugar de actuar sobre la causa, lo hacen sobre el efecto. No va a mejorar la economía, ni el paro, porque los contabilicemos de manera distinta. Tanto un problema, como otro, debe abordarse en su origen. Lo que pasa es que afrontar el origen del problema es reconocer su error en el planteamiento económico. Pues tendrían que reconocer que la solución está en el apoyo a la empresas, y eso, además de ponerles los pelos de punta, no está en su ideario.
Por tanto la burbuja seguirá hinchándose hasta que reviente.