La degradación del PSOE

Los que tenemos más de 60 años de edad y tuvimos la suerte de vez la transformación política que supuso la Constitución Española de 1978, vemos, ahora, con cierta preocupación la deriva que está tomando el PSOE.

La esperanza que muchos españoles pusimos en aquellas reuniones del PSOE en Suresnes, en los Pactos de la Moncloa, que pusieron a España en el camino de la modernidad, de la democracia y del progreso, han quedado muy atrás, si miramos lo que ocurre hoy en día.

La llegada del PSOE y del PCE a la democracia española, el talante con que se integraron en la sociedad demostró que en España había ganas de cambio. De romper con el pasado más reciente.

El PSOE se presentó ante los españoles como un partido de clase obrera, socialista y marxista. Muchos españoles escuchamos sus mensajes con la ilusión de conocer lo que se estaba haciendo mal en España, con la esperanza, de ver todo lo bueno que nos esperaba.

Otros, fieles descendientes de su pasado, recibieron al PSOE abrazados a la idea de revancha, pensando que el slogan de los 100 años de honradez sería la llave del futuro español.

El grupo de Suresnes, después de 40 años de clandestinidad, entendió que la reconciliación de los españoles debía de pasar por el entendimiento entre todas sus gentes. Que la superación del pasado era necesaria para la convivencia de las dos Españas. La Transición requería olvidar lo de vencedores y vencidos y , por eso, tomó la decisión de renunciar a su condición de marxista, en el año 1979.

Los señores González, Guerra, Solchaga etc. entendieron que la posición de marxistas les cerraba las puertas de la gobernabilidad de España, y así, abrazados a la CE 1978, llegaron al poder en las elecciones de 1982.

Durante más de doce años permanecieron en el poder contribuyendo a la incorporación de España a la relaciones internacionales, eso sí, con algunos volantazos en sus decisiones como lo de la OTAN. «De entrada NO», que tuvieron que corregir después de convencer a los españoles del NO, que votaran SI, con el referéndum, de a la Alianza Atlántica, Si.

Una de las mayores lacras de la sociedad que le tocó vivir al PSOE, fueron los asesinatos de ETA. El PSOE, antes de llegar al poder, achacaba el terrorismo de ETA a la falta de democracia interna y que eran la herencia del franquismo hasta que, entre los muertos , fueron encontrándose dirigentes socialistas, que les hicieron cambiar el discurso.

Ya no era Francia quien hacía la vista gorda de los santuarios etarras por efectos del franquismo, ahora también con el PSOE, en el Gobierno, seguía Francia mirando para otro lado con los terroristas.

La constatación de la realidad, y el estupor existente en la sociedad , provocó en el PSOE una reacción desde las cloacas del Estado, y los Gal, ocuparon una página terrible de nuestra la historia.

En la prensa fueron apareciendo noticias que hacían dudar, no sólo de los principios con los que el PSOE se había presentado ante la sociedad española, sino, incluso, de los procedimientos democráticos y de honradez del partido.

La aparición de numerosos casos de corrupción, el encausamiento de altos cargos del PSOE, algunos condenados posteriormente por los tribunales, como responsables de la financiación y dirección del terrorismo de Estado,  de los Grupos Antiterroristas de Liberación, fueron minando la credibilidad del PSOE.

Estos hechos coincidieron con la dimisión de Alfonso Guerra, a causa de un caso de corrupción en el que se vio involucrado su hermano, conocido como caso Guerra.

Con todo, los socialistas que acompañaron a Felipe González, en la gobernabilidad, intentaron mejorar muchas cosas a los españoles, bien desde la economía, la consolidación de la libertad o la protección de los trabajadores.

Quizá uno de los mayores errores de este PSOE fue alterar el espíritu de la CE con el cambio en la forma de elegir al CGPJ. De ahí vienen parte de los males actuales. Guerra proclamó el fin de la independencia judicial, con aquel «Montesquieu ha muerto».

Muchos socialistas desengañados con los doce años de gobierno socialista, decidieron dejar de apoyar aquella maravillosa idea que el tiempo estaba convirtiendo en desilusión y, coadyuvaron, la victoria del Partido Popular en las siguientes elecciones.

La vuelta al Gobierno del PSOE, después del periodo de Aznar, se produjo utilizando, torticeramente, el atentado del el 11-M contra el Gobierno, con aquello que ideó Rubalcaba de «pasalo». Convirtieron un atentado terrorista, del que muchos, al dia de hoy, desconocemos su autoría, en una baza para echar al gobierno de turno.

La presencia de Zapatero al frente del Gobierno de España destapó uno de los aspectos más controvertidos y peligrosos de nuestra convivencia. Utilizó como alma mater de su estrategia la recuperación de los muertos de las cunetas, en un ataque frontal al franquismo, con la intención de provocar el enfrentamiento de la sociedad civil.

Hoy, el presente político, sigue en la misma diatriba de erradicar todo lo que se relacione con el franquismo, pero el paso del tiempo pondrá a cada uno, en su sitio y pondrá a Franco y al socialismo en el lugar que le corresponde en la Historia de España.

Con Zapatero, un asunto superado y olvidado, volvía a ponerse encima de la mesa. En esta ocasión incitado por el propio Presidente del Gobierno. Esta innecesaria vuelta al pasado ocasionó que, un buen número de votantes y seguidores del PSOE, mostraron su descontento con ese bandazo del PSOE, pero Zapatero, sabía muy bien lo que estaba haciendo.

Con el paso de los diferentes gobiernos del PSOE y del PP, los españoles habíamos alcanzado cotas de bienestar comparables con cualquier sociedad moderna. Sin embargo, el progresismo agotados muchos de sus discursos, necesitaba de asuntos reivindicatorios que movieran a las masas y eso, lo sabían Zapatero y sus asesores, por lo que, en lugar de tomar el camino de la consolidación, optó por buscar temas de confrontación.

Sin embargo la madurez de la sociedad española había comprendido, y comprobado, después de cuarenta años de Transición, que era lo que quería, y no era, precisamente, seguir votando excentricidades, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, que aprobó el gobierno del Sr. Zapatero en 2005, o la búsqueda de familiares por las cunetas. Lo que intentó Zapatero fue escorarse a la izquierda para recibir los votos del progresismo, inculto y radical.

Zapatero fue, sin duda, un mal gobernante para España y un mal gobernante socialista,. Consiguió que un buen número de socialistas dejara de acudir a las urnas abochornado por sus decisiones en el Gobierno.

Después de Zapatero volvió a ganar las elecciones el Partido Popular de la mano de Mariano Rajoy.

A finales de mayo de 2018, cuando Sánchez, el actual Presidente del Gobierno, regresó a la primera línea política, después de ser rechazado por una parte del partido, anunció una moción de censura contra el presidente Rajoy, tras la sentencia del caso Gürtel.

​La moción de censura consiguió el apoyo mayoritario del Congreso de los Diputados, obligando al Gobierno de Rajoy a dimitir e invistiendo, automáticamente, a Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno.

La debilidad de su gobierno obligó a Sánchez, repetir elecciones generales en menos de 4 años, hasta que, en noviembre de 2019, volvió a ganar las elecciones. En esta ocasión fue investido presidente formando el primer gobierno de coalición de la historia de la democracia española, con Podemos. ​

Con Pedro Sánchez en el Gobierno se han terminado de romper algunos rasgos de identidad del socialismo. Nada de lo conseguido hasta nuestros días tiene valor masa allá de permanecer en el gobierno.

El PSOE ha pasado de ser un partido de gobierno a ser un partido que sólo piensa en gobernar. El actual PSOE, dirigido por unos jóvenes , a los que ,según la Sra. Lastras, ahora les toca decidir a ellos, está predispuesto a echar por tierra el periodo de la Transición. Por nada del mundo quiere entenderse con la oposición, Prefiere acuerdos perjudiciales para España, y sus instituciones, con tal de seguir gobernando.

Las decisiones del Gobierno ruedan en torno a dos cuestiones: la alianza con Podemos y la necesidad de resolver el problema de Cataluña. La primera de ellas, tiene cautivo a Pedro Sánchez de las cuestiones marginales en las que Podemos quiere centrar la actualidad. Y que Sánchez, por razones que se me escapan, está obligado a tragar y proteger.

En relación a la segunda cuestión, lo de Cataluña, A Sánchez le pasa lo mismo que le pasó a Felipe González con lo de ETA. Que tanto uno como otro creyeron que el problema no se solucionaría con un partido moderado al frente del Gobierno y que ellos, sí serían capaces de resolver ambos problemas.

A Sánchez, lo de Cataluña, le importa un bledo. Después de autorizar, con Rajoy, la aplicación del ARt. 155 de la CE, en el golpe de Estado del 1-O, ha cambiado de rumbo y, ahora, solo pretende sacar tajada de todo el entramado, no para resolverlo sino para utilizarlo en sus ansias de poder. La prueba es que no le importa la unidad de España con tal de que le apoyen sus presupuestos y permanecer en el gobiernos unos meses más.

Pienso que Sánchez no representa al socialismo. Que son muchas las personas que están desencantadas con este señor y que, cada vez más, abiertamente, critican y reniegan de sus decisiones.

Lo que está haciendo el Presidente del Gobierno es difícil de imaginar desde posición de razonabilidad. Su gobernabilidad parece más la de un dictador que la de un demócrata. Baste comprobar el número de Decretos Leyes , versus, el número de Leyes aprobadas en la legislatura.

Desde el Gobierno se ataca la separación de poderes. Desde el gobierno se modifica el código Penal para favorecer ciertas actuaciones. Desde el gobierno se entiende que, robar no es delito si lo hace uno de los suyos (caso ERE de Andalucía). Desde el gobierno se promueven huelgas e insultos a la instituciones. Desde el gobierno se declaran estados de alarma sin cumplir los requisitos formales. Desde el Gobierno se reparten los fondos europeos en base a afinidades políticas, sin importarle si con ello se perjudica a los españoles por vivir en una u otra CA. Desde el Gobierno, o desde su presidencia, se deciden temas de relaciones exteriores, como es el asunto del Sahara, sin contar con las Cortes Generales. Desde el gobierno se desprecia la Monarquía, obviando los protocolos, en presencia del Rey.

En definitiva, el declive socialista está personalizado en sus gobernantes. Desde la llegada de Zapatero al gobierno, hasta nuestros días, el número de votantes socialistas ha caído en picado.

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