El presidente comparece como un mandatario extranjero para manifestar que sus posiciones están muy alejadas y «no se resolverá mañana».
Alguien puede explicarme como se come este discurso. Después de ver la actuación de uno y otro presidentes, el de España y el de la Generalidad de Cataluña no se si dan ganas de llorar, o de vomitar.
Aragonés dice que ha doblegado al Estado Español, y bastante razón tiene si miramos por lo que ha tenido que pasar Sánchez. Sin bandera de España y rindiendo honores a una sección de la policía autónoma. Que vergüenza para el ejército español, la guardia civil, la policía nacional y para el pueblo en general.
Aunque me molesta ver al presidente del Gobierno de España en un acto institucional soportando tal humillación, tampoco me sorprende porque el criterio que tengo de Sánchez admite eso, y mucho más. Ha demostrado tener unas tragaderas sin límite. Se somete, y nos somete, al resto de los españoles a unos paripes inexplicables.
Después de la genuflexión ante la bandera de la Generalidad, dice Sánchez, en la rueda de prensa, que las posturas están muy distantes y que el referéndum es imposible, pero que, sin embargo, confía en llegar «al fondo del conflicto».
Si esto no es marear la perdiz y reirse de todos nosotros, que alguien me lo explique. Si estamos como estamos, ante un asunto imposible de resolver por la vía del referéndum sólo de Cataluña, y tampoco, se puede alcanzar el objetivo por la vía unilateral del independentismo ¿ a que estamos jugando? Con muchas probabilidades al mutuo engaño.
Sanchez, como siempre, de trilero y el Gobierno de la Generalidad tratando de mantener viva una mecha que se extingue. Si el referéndum es imposible y Sánchez confía en llegar al fondo del conflicto es sólo por dos cosas. Porque va a dejar el asunto, cuando salga de la Moncloa, en las peores condiciones posibles, o sea en el fondo del conflicto, o porque se va a resolver con la derrota del independentismo. Llámenlo como quieran derrota, acuerdo, o como mejor les parezca, pero el final no puede ser otro.
Vistas las dos soluciones al conflicto, Sánchez no está perdiendo el tiempo, como pareciera. Él sabe que enredando con el asunto, los catalanes están entretenidos y a él le viene de maravilla que no se hable de otras cosas mientras le dura el caramelo de la Moncloa.