
Pocos quedan ya que sigan reconociendo al Presidente del Gobierno capacidad para gestionar una nación como España.
Sin embargo, la situación en la que se encuentra parece no afectarle. Ni siquiera que sus propios (antiguos) correligionarios le soliciten un cambio en las estructuras del partido. Ni la insistencia en la implicación de los mas cercanos en los casos de corrupción. Para no aburrirles con el relato de todas las causas que terminaran ponerle camino de la justicia, nada le amedrenta.
El ejemplo lo hemos visto en la reunión de la OTAN que se está celebrando en Belgica. Todos los aliados han firmado el compromiso de dedicar un 5% de su PIB, al mantenimiento y la seguridad de sus ejercitos.
Pedro Sánchez también lo ha firmado, pero como si quieres arroz, Catalina. Sin acabar la convención ha declarado que si , pero que no. Que España con el 2,1 % cumple de sobra con las necesidades exigidas.
Hasta aquí lo noticiable, lo ocurrio. A partir de ahora veremos si Sánchez es tan chulo para, despues de haber firmado el acuerdo se mantiene en sus trece de que aquí no nos afecta, que nosotros somos soberanos y podemos hacer lo que consideremos oportuno, sin compromiso internacional que valga.
Pero, y aqui es donde podemos divertirnos, o llorar, esta posición española no es compartida por la mayoría del miembros de la OTAN y, por tanto, ven con malos ojos la posición española. Principalmente el presidente de EEUU, Donald Trump, que en su linea ha amenazado a España con la aplicación de unos aranceles que arruinen nuestra economía.
Yo me creo la amenaza. Aunque la dimensión no se vaya a quedar solo en el aspecto económico. Me temo que Trump, en su estilo de bravucón, va a incentivar ciertos problemas fronterizos con España. No sería de extrañar que Ceuta y Melilla pasaran por momentos conflictivos para la integridad española.
Desde una perspectiva práctica, Sánchez no podía hacer otra cosa. Así lleva tres años haciendo malabarismo con la política nacional e internacional. La cuestión es, si Pedro Sánchez, es consciente de que se le acaba el tiempo y se le cierran las puertas. Esta decisión de firmar y no cumplir no le va a salir gratis. Su filibusterismo apunta a un fin no muy lejano.
Es evidente que sus socios de legislatura le obligan a pasar por el aro y le someten a determinadas decisiones que sorprenden a la mayoría de los españoles. Sin embargo, cada día que pasa veo al Presidente del Gobierno poseído de una aureola de locura que va mas allá de lo que le piden sus socios. Y que, en esa perturbación, él se siente como pez en el agua. No tengo la menor duda de que Pedro Sánchez sería feliz si consiguiera la III República y la España Federal.