
Juan Carlos I ha sido el rey de España hasta el 18 de junio de 2014. A juzgar por el comportamiento de buena parte de la sociedad española, especialmente de los llamados progresistas, o todavía mas exactamente, de los partidos republicanos, su reinado merece el reproche y el olvido de los españoles.
El reinado de Juan Carlos I ha durado casi cuarenta años, uno de los mas duraderos, comparable al de Felipe IV. Desde el 22 de noviembre de 1975, fecha en la que murió Franco, hasta el final del reinado en 2014, España ha superado momentos trascendentales.
La reconstrucción de las estructuras de la nación a consecuencia de la Guerra Civil y la transición democrática de los españoles durante el reinado de Juan Carlos I,son algunas de las mas significativas.
Pues para una parte de la sociedad, en la que podemos encuadrar al Gobierno, incluso a la Casa Real, parece que nada de lo hecho por D. Juan Carlos merece el reconocimiento de los españoles.
Este año se celebra el 50 aniversario de la llegada al trono de Juan Carlos I, efemérides que coincide con el de la muerte de Franco. Pues bien, un Gobierno que se tiene por demócrata y dice que gobierna para todos los españoles ha optado por celebrar la muerte de Franco y pasar de puntillas por la celebración del advenimiento de la monarquía de la mano de la democracia.
Particularmente pienso que celebrar la muerte de Franco denota la naturaleza de nuestros gobernantes, su rencor y me atrevería a decir que es fruto de su resentimiento y su frustracción
Antes de comentar lo ingrato de estas celebraciones veamos algunos de los hitos mas importantes del reinado de Juan Carlos I.
Juan Carlos Llegó al trono a través de un proceso diseñado por Franco en el que, después del desastre que supuso la II República, Franco entendió que la mejor solución para el futuro de España era la monarquía. No obstante, con buen criterio, trató de evitar la continuidad hereditaria de Alfonso XIII. Lo que, sin duda, hubiera supuesto un error estratégico de dimensiones considerables y una deslegitimación del sucesor.
Por eso entendió como solución para la gobernanza de España la elección de un candidato representante de la dinastía de los Borbones, que políticamente no supusiera una restauración monárquica sino una reinstauración de la monarquía, en alguien al que no se pudieran imputar las cuestiones generacionales del pasado y que estuviera preparado para la nueva etapa. Para ello se fijo en el joven Juan Carlos, hijo de D. Juan, primero de la dinastía y heredero de Alfonso XIII, quien tuvo que abdicar para dejar paso a su hijo,.
Franco convenció a Juan Carlos de Borbón para que opositara a Rey de España y así preparó el camino promulgando la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947. Ocho años tan solo del fin de la Guerra Civil. Hecho que desmiente la mentira de la izquierda cuando comentan la idea de Franco de perdurar en el Régimen.
El designio estaba claro, sólo restaba que se produjera el momento de la sustitución al frente de la jefatura del Estado. Llegado ese momento y, tan sólo tres años después, se promulgó la Constitución Española de 1978, que recoge en su art. 57.1 que la Corona española es hereditaria en los sucesores de D. Juan Carlos I de Borbón, dejando sin lugar a interpretaciones que no es una continuidad de la dinastía borbónica de Alfonso XIII, sino una instauración de la Corona a partir de D. Juan Carlos de Borbón.
Durante mas de 30 años D. Juan Carlos I ha colocado a España en el epicentro de las relaciones con Sudamérica, ha representado a España en los foros internacionales junto a los máximos representantes de los estados europeos. Ha sido portavoz y coadyuvante de las relaciones comerciales entre España y el resto de los países del mundo. Y ha mantenido, como Jefe del Estado a España a un nivel de prestigio y credibilidad nunca antes conocido.
Olvidar la influencia del Rey Juan Carlos I en todo el proceso de la Transición democrática española, incluido el Golpe de Estado del 23 de Febrero, es un acto de indignidad que debería pesar sobre la conciencia de los que se vanaglorian de demócratas y progresistas.
En la segunda parte de su reinado se produjeron algunos acontecimientos que trataron de elevarlos a la categoría de delitos. Fueron los casos de Nóos y el affaire con Corinna Larsen. La Fiscalía Anticorrupción, en el año 2022, determino que no eran imputables debido a la inviolabilidad con la que contaba el Rey Juan Carlos I cuando se cometieron tales actos.
En cualquier caso, nada que ver con lo que estamos viviendo hoy entorno a la figura de Pedro Sánchez.
No obstante, bastaron esos episodios para que se desencadenará un movimiento contra Juan Carlos I que terminaron con su abdicación en 2012, con la subida al trono del actual Rey Felipe VI.
A partir de entonces tanto el Gobierno progresista, a su manera, y el nuevo jefe de la Casa Real, a la suya, están consintiendo que la figura del Rey Juan Carlos I pase a la historia sin el reconocimiento que merece.
El gobierno obligándole a salir de España y a tener que refugiarse en Abu Dabi, negándole prácticamente la entrada en España, estigmatizándole como un verdadero corrupto. Por parte del Rey Felipe VI, que de bueno está a punto de saltar el peldaño. Desconozco si con la ayuda de su esposa la Reina Dª Letizia o de motu propio tampoco se le ve muy proclive a reconocer , ni siquiera a defender la figura de su antecesor.
Estamos ante dos casos de nuestra historia mas reciente, el de Franco y el de Juan Carlos I que la sociedad, influída por el Gobierno no quiere, o no sabe, reconocer sus legados. La transformación social y cultural que hizo de España el primero y la transformación política que llevó a acabo el segundo son, sin lugar a dudas, los momentos mas significativos de los últimos 80 años.
Claro, que esto lo consigan un dictador y un monarca, después del experimento español de la república, no es plato de buen gusto para los republicanos. Por eso, a la monarquía de Juan Carlos I la tumbaron aprovechando un par de devaneos regios y a la dictadura de Franco la detestan porque después de una Guerra Civil como la española consiguió estabilizar la nación y poner los cimientos del futuro. No pasaran muchos años en los que sus figuras serán colocadas en el lugar que les corresponde muy lejos de las pretensiones actuales de Pedro Sánchez.
Por mucho que se empeñen algunos dirigentes, está claro que no somos un estado republicano. Otra cosa es, que las facultades regias se encuentre muy limitadas en la C.E y sus actuaciones necesiten del refrendo gubernamental, circunstancia que Pedro Sánchez utiliza en mas de una ocasión para tratar de ponerse a la altura de Felipe VI. Afortunadamente cuando lo intenta queda como Cagancho en Almagro.
A pesar de los movimientos de los citados Zapatero y Sánchez, yo creo que una cantidad significativa de los españoles tiene en su memoria los tiempo pasados y que por mucho que se empeñen los gobernantes de izquierda en cambiarnos el paso, no lo van a conseguir nunca.
Lo que si han conseguido es que el presente sea desagradecido.