Luis Aragonés Suárez, ese desconocido

De Luis Aragonés se ha escrito mucho. Pero de Luis Aragonés Suárez se han dejado de publicar muchas facetas.

De Luis se ha contado la anécdota del Sabio de Hortaleza, que si era él, o su hermano Matías. De Luis, se ha dicho que si le llamaban «El Plomos», o » El Zapatones». De Luis, se han escrito muchas cosas, algunas de ellas malintencionadas, pero pocas, o casi ninguna, se han detenido en la figura del Luis Aragonés, como líder.

Cuando se ha escrito de Luis Aragonés ha sido buscando, en muchas ocasiones, el lado oscuro de su historia, y, en otras, resaltando aspectos anecdóticos, pero pocas veces se ha profundizado en la talla del personaje.

Estos días, supongo que por la proximidad de la celebración del mundial de Qatar, y, ante la falta de apego considerable que muestra la afición con la Selección, la Federación Española de Fútbol, usa la imagen de Luis Aragonés para recuperar el cariño hacía La Roja que fomentó Luis Aragonés, cuando ganó la Eurocopa del 2008.

Luis no era simpático y menos dentro de su trabajo. Luis, era serio y le gustaba guardar respeto en su profesión. El trato de Vd. con todos los jugadores, y con la prensa, no era una impostura para mantener distancias, pues detrás de ese, «Usted», estaba la palabra, o el gesto, de comprensión, y respeto por el profesional. Es más, puedo asegurar que tenía una chispa de gracia, con sorna, que muchos no han entendido.

Algunos periodistas, que no le conocían suficientemente, le han tachado de duro y de antipático. Han criticado que su trato con la prensa era frío y distante. Pero Luis, lo que no llevaba bien, eran cuestiones formuladas por ignorantes. De su buen trato, con la prensa, se podrían citar varios ejemplos a lo largo de su vida como jugador, o como de entrenador.

A pesar de las críticas, Luis ha sido respetado por los estamentos deportivos debido a su honradez y a su profesionalidad. Su compromiso con la palabra dada ha sido un estandarte que ha llevado a gala durante toda su vida deportiva. Tan es así, que ni siquiera le deslumbró la posibilidad de enrolarse en el Real Madrid y rechazó la oferta de entrenar al Real Madrid porque tenía un compromiso verbal, previo, con otro equipo.

Esta manera de ser de Luis le confería una enorme personalidad que se reflejaba en cada una de sus decisiones. Y que le han granjeado el respeto, tanto de los jugadores; de los clubes en los que ha estado, y de las instituciones.

Luis era directo. Exigente, con un buen sentido de la disciplina. Volcado en su profesión. A la que le dió todo el cariño que pudo, y del que, en más de una ocasión, privó a sus amistades y familia. Vivía por y para el fútbol.

Luis ha sido uno de los hombres que más ha sabido de fútbol. No solo de lo que ocurría en el campo durante los partidos, sino de todo lo que rodeaba al balón. Tenía una psicología especial para tratar a los jugadores. Conocía perfectamente dónde le dolía a cada uno, y la manera de estimularlos. Por eso, por su seriedad, por su profesionalidad. Porque era un hombre directo en su profesión , terminó siendo un auténtico líder.

Quizá quienes mejor pueden atestiguar cómo era Luis Aragonés, son los futbolistas que han estado con él en algún equipo. Me atrevería a asegurar que ninguno de los jugadores, de los clubes y de la selección española, que estuvieron a su cargo, han tenido quejas de su trato. Primero, por esa manera tan especial de relacionarse entre deportistas y segundo, porque, cada palabra de Luis, a sus jugadores, buscaba sacar lo mejor de ellos. Ni siquiera cuando utilizaba «su jerga», pretendía ofender, sino motivar.

En el ámbito deportivo son muchas las anécdotas que se cuentan sobre Luis Aragonés, que reflejan ese carisma de auténtico líder para manejar deportistas. Incluso desde su época de jugador.

Sería en 1971, siendo Luis jugador del Atlético de Madrid, que entrenaba el austriaco, Mark Merkel, al que llamaban «Míster látigo». Después de una charla del míster en el vestuario, previa a un partido contra el Real Madrid, ya en la bocana de salida de los vestuarios al campo, con todos los jugadores alineados detrás de Adelardo, que era el capitán, Luis se adelantó al grupo y le dijo a Adelardo: «Paleto», que así le llamaban a Adelardo, «dame el Balón». Se giró hacia sus compañeros y les dijo: «Ya habéis oído al Míster, pero, ahora, de aquí en adelante, señalando al campo de juego, el que manda soy yo».

Esto es impensable entenderlo si no se trata de un auténtico líder, al que sus propios compañeros le reconocían esa autoridad sin discusión.

Son bastantes las anécdotas que se quedan en el tintero, que reflejan la enorme personalidad de Luis Aragonés. Cómo última reseña incluyo cómo fue el primer contacto de Luis con la prensa, cuando se hizo cargo del Atlético de Madrid, como entrenador.

Discurría el entrenamiento con los chicos de la prensa esperando, en el borde del campo, que finalizara. Luis con una barba de dos días que le daba un aspecto de lobo feroz, se mantenía en el centro del campo enredando con el cordón del silbato.

Antes de entrar al vestuario los periodistas más atrevidos lanzaron sus primera preguntas:

-Luis qué tal el primer dia de entrenador.

-Cómo ha ido el primer contacto con tus excompañeros.

Ante la impaciencia de los periodistas, Luis les aconsejó que esperaran a que se duchara y luego les atenderia.

Ya en la sala de prensa, antes de que comenzaran las preguntas, Luis tomó la palabra y les dijo, más o menos lo siguiente:

«Hasta ahora, de jugador, yo metia todos los años catorce, quince goles. He sido internacional más de doce veces, y la prensa a mi, me la chupaba. Ahora de entrenador, yo os la voy a chupar a todos vosotros.«

Esta graciosa ocurrencia refleja, claramente, la psicología de Luis Aragonés. Como conocía, perfectamente, cuál era su rol en cada momento. Así era Luis.

De sus cualidades como Líder, en su etapa de entrenador sobran los ejemplos. En todos los equipos que ha entrenado, incluída la Selección, ha conseguido hacer equipo. Ha conseguido que los jugadores dieran lo mejor de sí mismos, que se sintieran integrados en el grupo, tanto titulares, como suplentes. Todos estaban contentos con Luis.

A Luis, no le ha importado entrenar a equipos con pocas posibilidades. Como fue el caso del Mallorca al que llevó a las mayores glorias deportivas de su história,.

Tampoco le intimidó tomar ciertas decisiones, como la que provocó el revuelo que se formó, cuando Luis decidió no incluir a Raúl en la lista de seleccionados para la Eurocopa del 2008. Fue un clamor de todo el madridismo. Luis siguió adelante con lo que pensaba.

Con la misma acreditada personalidad tomó la decisión de no seguir como seleccionador después de ganar la Eurocopa, por el comportamiento de la Federación Española de Fútbol, en los momentos previos a la misma, dejándole, al pie de los caballos ante la prensa, que pedía su destitución por no haber llevado a Raúl.

Situaciones parecidas las vivió en el Atlético de Madrid. Discutió con Jesús Gil, en más de una ocasión, al no pasar por el aro de los caprichos del entonces presidente del Atlético de Madrid.

Quizá por su fuerte personalidad, Luis, salvo casos puntuales, ha tenido a la prensa enfrente. Fueron muchas las críticas que recibió a lo largo de su vida. Algo parecido a las que hoy sufre Luis Enrique, con la participación española en el mundial de Qatar.

A Luis sólo le ha faltado entrenar al Real Madrid para pasar a la historia como el más grande de los entrenadores nacionales. Si Luis hubiera entrenado en la Casa Blanca, todo ese coro de detractores que trataron de machacarle antes de la Eurocopa, se habría cambiado de bando, y le hubieran ensalzado hasta aburrirnos. Pero Luis, ni siquiera se vino abajo ante tanta crítica. Él siguió a lo suyo. A conseguir para España un título que hacía muchos años que no se conseguía.

No obstante, creo que Luis fue consciente de que, no haber entrenado al Real Madrid, le privaba de cierto entorchado, nacional e internacional, por eso aceptó coger a la Selección Española, con el reto personal de hacerla campeona. De demostrar que, si había conseguido éxitos con equipos y jugadores modestos, no había sido casualidad y que, ahora, con la posibilidad de escoger entre los mejores de España, podía demostrar de lo que era capaz.

La Eurocopa no se ganó por que los jugadores que componían la selección nacional fueran los mejores del momento. La Eurocopa se ganó, porque Luis les convenció de que podían ganarla, de que no eran inferiores, ni a Alemania, ni a Francia, ni a Italia. Les inculcó que tenían que creerse capaces de levantar la copa. Ahí ha quedado lo de: «ganar, ganar y ganar» o lo de » a por ellos, oeh».

Y así fue. La tarea de Luis al frente de la selección Española dio sus frutos, y convirtió a una generación buena de futbolistas en un equipo campeón.

Con muchas probabilidades, el trabajo de Luis, fue luego la base del Campeonato del Mundo ganado, años después con Del Bosque, al frente de La Roja.

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