Después de cuatro años de funcionamiento del VAR, y dos de prueba, ha llegado el momento de revisar la utilidad y uso del VAR.
Es raro que un día, postpartido, no sea motivo de discusión, la revisión de cualquier jugada polémica. Unas veces porque el árbitro de campo se pasa de frenada y otras porque el VAR no puede intervenir, más allá de las cuatro tareas tasadas, el caso es que, tanto aficionados, como periodistas, y no digamos jugadores y entrenadores elevan sus voces por alguna incidencia del partido que se convierte en polémica.
Yo creo que hay que cambiar varias cosas. La primera no limitar al VAR a esas cuatro situaciones de: goles, penaltis, expulsiones directas y confusión de identidad. El Var debe asumir un papel más fundamental en el arbitraje.
Si el objetivo primordial del VAR es evitar flagrantes errores humanos, hay que emplear toda la tecnología disponible para analizar, no esos cuatro aspectos tasados, sino todas y cada una de las circunstancias que se den en el campo durante el desarrollo de los partidos.
Las simulaciones de lesiones, las pérdidas de tiempo, los simulacros de penaltis y los agarrones en el área en los corner, son algunas de las cuestiones en las que tiene que intervenir el VAR.
Al margen de estos aspectos, que reclaman una inmediata atención, es necesario la unificación de criterios en todos los lances del juego, especialmente en los saltos de cabeza y en las manos dentro del área.
Insisto, en todos los aspectos, pues son muchas las situaciones que se producen en el desarrollo de los partidos que tienen por objetivo confundir al árbitro, en busca de ventajas fraudulentas.
La primer modificación sustancial que requiere el VAR es que el árbitro de campo debe ser un auxiliar del árbitro del VAR. Si me permiten la gracieta, el árbitro de campos debe ser quien sopla el pito, pero las decisiones deben tomarse cn el VAR, con el uso de toda la tecnología existente.
Si la idea inicial era la de ayudar al árbitro del campo, con un árbitro que le asistiera en el video, el tiempo y la experiencia obtenida en estos cuatro últimos años nos indica que hay que invertir el planteamiento. Ahora quien tiene que tomar las decisiones, para evitar flagrantes errores humanos, es el árbitro del VAR, que puede ver la jugada repetida, tantas veces como necesite, sin involucrar al árbitro de campo.
Es penoso observar el suplicio que representa para el árbitro de campo tener que acudir a revisar una jugada en el video, que, supuestamente no ha visto en vivo, y tener que decidir, en segundos tensionantes, a pie de campo, con más de 50.000 aficionados presionándole hasta la saciedad.
Por tanto, ha llegado el momento de sacar del fútbol tanto engaño y tanta polémica. Hay que emplear el VAR con todas sus consecuencias para evitar que se produzcan errores humanos debidos a la inmediatez de los acontecimientos.